Sr alcalde y corporación municipal. Querida familia, amigas y amigos del pueblo de Monleras.
Buenas noches, gracias por haber tenido la deferencia de acordaros de mí al darme la responsabilidad de colaborar en el inicio de las fiestas, en las que celebramos la festividad de Nta Sra de la Asunción.
Como bien dijo Ignacia el año pasado, el listón lo han puesto muy alto, tanto que yo no alcanzo a verlo.
Pero bueno, desde aquí abajo voy a tratar de transmitiros cómo he visto este pueblo tan querido para mí, desde la niñez hasta esta edad que se considera de oro.
Como ya sabéis me llamo Margarita, para más señas la sobrina del Sr. Cura, D. Avelino. Gracias a esto aterricé en este pueblo, creo que con tres años.
Supongo que en aquella época era costumbre de los sacerdotes, llevar a una hermana, en este caso mi tía Amparo, y algún sobrino, que fui yo, de lo cual me alegro, aunque en aquel momento tan pequeña (……) no lo entendía muy bien.
Cada vez que volvía de casa de mis padres, alguna lágrima me cayó, no por falta de cariño por parte de mis tíos, muy al contrario, he de decir que mi tío era una excelente persona pero muy recto, como correspondía en aquel tiempo. Esto lo pudieron comprobar sus primeros monaguillos Casiano y Manolo, que a escondidas le bebían el vino de misa.
Tuve la suerte de encontrar en Monleras, unos abuelos: el abuelo Pepe (que era de Valderrodrigo, el pueblo de mi abuela) y la abuela Sofía. Si tenía que quedarme en su casa por ausencia de mis tíos, me cuidaban Adela, Veri y Sola que es la única que me queda aquí y la quiero un montón. Tengo mucho aprecio por toda esta familia y un recuerdo muy especial para Amelia y Mari Carmen que nos han dejado este último año. Así como para todas las personas del pueblo que también se nos han ido.
Además de poder disfrutar de la familia, Monleras me regaló las amigas con las que crecí, fuimos a la escuela, jugamos, y como no, alguna vez nos peleamos. Fruto de aquella amistad de niñas, todavía hoy nos reunimos los domingos después de misa para recordar viejos tiempos.
Con Tere la de la Sra Vitoria, con 5 ó 6 años, ya hacíamos de las nuestras, por ejemplo, meternos en el regato del arrabal para hacer una poza, imitando a las señoras que lavaban. Como en aquel entonces se usaban sólo faldas, nos poníamos de agua hasta la cintura y nos tocaba ir a secarnos a casa de su abuela Eustaquia, para que no nos regañaran. No quedaríamos muy secas cuando al llegar a casa de la bronca no nos librábamos.
Otro entretenimiento con Anita Tarallas era ir a quitar huevos de las gallinas, sin la autorización pertinente, así que algún que otro responso nos cayó.
Los domingos después del Rosario, nos íbamos a buscar al burro de Anita, nos montábamos en su lomo de cinco en cinco y el primero que se montaba acababa cayendo por las orejas del burro.
Más tarde empezamos la escuela con Dña Lucinda, aunque no estuve mucho tiempo con ella. Si recuerdo que me castigó por hablar en misa y me tenía que poner a su lado para que estuviera atenta, pues ya desde pequeña me gustaba darle a la zoleta.
De tutora me puso a Fidela, que me sentaba con una tajuela a su lado para leer en la cartilla, donde aprendí mis primeras letras.
De esa época me acuerdo de Conchi y Bernarda del Sr. Segundo, Nely del Sr. Feliciano, Adelaida del Sr. Conrado. Con esta última me sentía protegida pero de pronto desaparecieron y con el tiempo me enteré que se fueron a estudiar a Salamanca.
Quedaba Concha del Sr. Julián que en las tardes de costura bordaba una especie de mantilla, siempre me quedó la duda si aquello tan laborioso se terminaría.
Cuando se trasladó Dña Lucinda apareció otra maestra, Dña Fe, que se alojaba en casa de la Sra. Regina del Sr Manolo, pero esta no tardó en irse y llegó Dña Elisa, a quien todas recordamos, sobre todo las que nos dejó sin comer por no aprender a la primera a dividir por dos cifras, como recordareis, Isidora, Josefa, Ascen, Magdalena, Isabel Calderón, Sara, Tere, Anita, Loren, Manoli, ..…. María Luisa también recordará dónde acabó su pendiente.
Por último, vino la tranquilidad, una maestra del pueblo, Dña Juliana, de quien poco pude disfrutar porque mis padres decidieron que iría al colegio de Vitigudino.
Bien que lo sentí separarme de las amigas, de la libertad del pueblo, para encerrarme en un colegio que para salir a la calle teníamos que ir en fila y vigiladas.
¡Cómo añoraba los juegos en las calles de Monleras¡ en el recreo de la escuela jugábamos al castro cuadrado, al chino, este último lo dominaban mejor las mayores: Geno, Vitoria, Pepa, Jesusa, Gene, Ana San Leòn, Mª Carmen, su sobrina Alicia, Manola, Ramona, … y disculpad a las que no he nombrado y a los jóvenes que estáis buscando en la Wikipedia qué juegos son estos.
También nos entreteníamos con la comba, cantando las canciones correspondientes, jugábamos al escondite... allí donde había más peligro era más interesante.
Y recordaba como en las tardes, al salir de la escuela, todo el mundo iba a la plaza. Aunque hiciera frío, no lo notábamos jugando, pero por la noche con el calor del brasero picaban las manos y los pies de los sabañones, los jóvenes no sabéis de qué se trata,…. ¡Afortunados vosotros!.
Avatares de la vida me llevaron a ganarme el pan a Barcelona, siempre intentando aprovechar cualquier oportunidad para volver al pueblo, del que nunca perdí el contacto, bien por las cartas de mis tíos que esperaba con ilusión donde me contaban las últimas novedades o bien porque parte de mis vacaciones las pasaba aquí.
Muchos fuimos los que por diversos motivos dejamos el pueblo pero algo tiene este pueblo que hace que mantengamos el arraigo. Digo algo en genérico, pero todos sabemos qué es: su gente, su vida, su entorno, la capacidad de poner en valor sus tradiciones,…
Me vienen ahora a la mente las miradas de asombro de los amigos en Barcelona cuando les comentamos con orgullo la cantidad de actividades que tienen lugar en mi pequeño gran pueblo de apenas unos 250 habitantes, pero con todo lo necesario para vivir cómodamente. No siempre fue así: de niñas no teníamos de nada pero lo compartíamos todo, hasta nos prestábamos un ratito el chicle.
Para mí es un orgullo ver cómo mis hijas mantienen el apego a Monleras. Algo tendrá que ver también Óscar, por si no lo conocéis, el de la tienda. Permitidme este pequeño spot publicitario.
Y qué decir de mis nietos que Julián y yo compartimos con Bernardino y Alegría. No hay mayor satisfacción para mí que verlos correr por las mismas calles en las que tuvieron lugar las vivencias que os he contado.
Bueno, ya está bien de enrollarme, Ángel mis desvelos me ha costado.
Es momento de ánimo y diversión. Hoy comienzan las fiestas del pueblo y me ha tocado a mí iniciarlas con este pregón. Estoy segura de que todos pondremos nuestro empeño para disfrutarlas con tesón.
¡¡¡Vivan las fiestas del pueblo!!!
¡¡¡Viva Ntra. Sra de la Asunción!!!
¡¡¡Viva Monleras y su gente!!!