miércoles, 21 de agosto de 2013

Pregón de fiestas Monleras 2013 pronunciado por Agustina Rico


Buenas noches.

Desde estas gradas he escuchado unos cuantos pregones y, si mal no recuerdo, en todos, de una manera u otra, los recuerdos y vivencias del pueblo han sido la parte sustancial. La edad y la biografía personal de cada uno proporcionan distintas visiones y experiencias sobre lo mismo. En mi caso, es la visión y la experiencia de alguien que sin haber nacido aquí, siempre ha tenido un vínculo importante con Monleras, y que tiene en la memoria una sucesión de imágenes, un álbum de fotos vital, que arranca en la infancia y llega hasta hoy. Como en toda vida, hay fotos alegres y brillantes, estampas cargadas de añoranza y melancolía, y también hay algun claroscuro más doloroso. Para ordenar el caos de pensamientos, recuerdos y vivencias sobre los que armar este pregón, ha venido en mi ayuda el orden de las palabras. Así que, con agradecimiento por vuestra confianza, y con emoción aquí va mi Abecedario de Monleras.

A      ÁRBOLES .  Los que no hemos crecido en el campo, solemos decir árbol o pájaro, sin más. Si no ha mediado una afición, un interés personal o profesional, no hemos adquirido una parcela de conocimiento, porque lo que no se nombra es porque no se conoce. Tampoco sabemos leer en el cielo la hora que es, el tiempo que hará, de dónde sopla el viento, qué viento es y qué intenciones trae, ni nos sabemos orientar por las estrellas, ni tenemos claras las fases de la luna. Sé que generalizar no es justo, pero las cosas van bastante por ahí. Es fácil aprenderse los nombres de los futbolistas y las marcas de los coches pero distinguir y nombrar a los árboles y a las aves del campo requiere intención. Mientras haya pueblos se conservarán sus nombres de  un modo natural. Y si falla la memoria, nos ayudarán plafones como los que encontramos en la ruta ornitológica de Monleras.
A pesar de mis lagunas, quiero citar aquí a unos pocos de estos compañeros a cuya sombra nos hemos cobijado tantos veranos: los olmos que murieron, los chopos y los negrillos de la calle del Monte, los pinos de mi abuelo, las majestuosas encinas del Santo y el viejo hueco de la plaza, que ya es historia.

 B     BARES.  Un pueblo parece que no es pueblo sin un bar o un bar-tienda o un teleclub de aquellos que hubo. Los bares, y más ahora que no son territorio exclusivamente masculino como antiguamente, son un lugar de encuentro con amigos y vecinos y ahora -con el wifi- con el mundo.  Hace ya muchos años hubo en la Plaza un bar, que era también el baile. En el salón de Paca y Belarmino aprendí a bailar lo poco que sé. Nunca lecciones tan cortas me han dado un rédito tan largo. En las verbenas de los barrios donde vivíamos bailábamos la yenka (izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un, dos, tres…) y el twist. Los mayores se arrancaban con los pasodobles y otros bailes agarrados. Gran sorpresa: en el pueblo los jóvenes sabían bailar pasodobles, rumbas, valses… y también el rock and roll. Y algunos lo hacían muy bien.
Un recuerdo para el Kung –Fú, junto al pantano, que  marcó una larga época. Y también para el Boliche y el artesanal que levantó Tino.  En tiempos más cercanos, otros bares han ido surgiendo. La mejor suerte a todos, cada uno con su parroquia, cada uno con su personalidad.
  
C      CASAS . En casa de mis abuelos paternos conocí lo que eran las casas de labradores: el enorme portal con lanchas por donde entraba un carro,  la sala y alcoba con su alcobón, el corral con cuadras, tenadas y comederos. El pajar y el gallinero, el pozo y el muladar. La fría despensa, el cernidero, el sobrao, el cuarto negro de las patatas…
El pulso de un pueblo creo que también se puede tomar por sus casas: las que se levantan y las que se caen, las abiertas y las cerradas, las vivas, las muertas y las que se quedan a medio hacer. Que alegría cuando surge una nueva, cuando alguna revive de sus cenizas y cuando las dormidas despiertan, se levantan las persianas y dentro se ve luz.

D    DESTINO. Primera ruleta de la vida: dónde caerás, con quién.. . Y luego, las opciones, la voluntad y la necesidad. El destino ha llevado y sigue llevando a los hijos del pueblo por esos mundos. En el siglo XIX i primeros del XX muchos se fueron a las Américas. Aquí hay familias con tíos y primos más menos lejanos en la Argentina y en Cuba, por decir dos de los países de destino más habitual. Después vino la emigración a Francia, a Suíza, a Bélgica y dentro de España a Madrid, a Cataluña, País Vasco y Asturias como lugares de afluencia mayoritaria.
Años después, la rueda del destino ha traído a gentes del ancho mundo entre nosotros.

E    ESCUELA. Un pueblo sin escuela es como si le cortaran las alas del futuro. La escuela es un símbolo de la igualdad de oportunidades, y más la escuela rural. Termino la E con un deseo: que haya siempre niños en el pueblo y que Monleras no conozca nunca la tristeza de una escuela cerrada.

F   FUENTES. Un signo distintivo del pueblo creo que son las fuentes, las charcas, los lavaderos, aunque algunos no son más que una sombra de lo que fueron y de aquello para ,lo que sirvieron. Entre mis recuerdos de fuentes, pozos y aguas: el miedo a los pozos sin brocal, el frescor de los cántaros y botijos y su poco de sabor a barro; el manto de verdín que se retiraba con la mano y aquella agua con ranas e insectos que se podía beber; el agua fresca con un toque a hierro que se extraía con bomba ; el perfil antiquísimo de los cigüeñales; el agua amarilla, dura y áspera, con sabor a piedras de algunos pozos, y el agua de la fuente de la plaza, que no había que beber bajo ningún concepto y que todos bebíamos … y aquí estamos.

G   GABRIEL Y GALÁN. Don José María Gabriel y Galán era un poeta muy popular por estas tierras hace ya bastantes años. A los jóvenes seguramente ni os sonará. En casa de mis abuelos había un libro suyo y en casa de mis padres también. Fue maestro y escribía en un habla entre serrana y cacereña. Como suele pasar con los poetas populares, no aparece en las antologías de los mejores, pero estos poetas  a veces tocan como nadie el corazón de la gente. Entre sus poemas, dos eran los más populares:  Mi vaquerillo , sobre un niño que cuidaba el ganado en el monte, y El deshaucio. En este último, un hombre que lo ha perdido todo jura matar al que toque la cama en que nacieron sus hijos y en que ha muerto su mujer. Quien le iba a decir a don José María que su poema volvería a estar de actualidad al cabo de un siglo.

 H    HIJOS.  Una misma inquietud sacude a pueblos y ciudades: los hijos. Y quien dice hijos, dice nietos o sobrinos. Qué será de nuestros hijos, qué mundo les espera, adónde irán a parar. Ya que hoy tengo la voz, formulo un deseo para todos - jóvenes y niños, los que están hoy aquí y los que no han venido, los presentes y los que están por llegar:  que nunca se dejen derrotar por el desánimo, que sepan levantarse de las caídas y que conozcan épocas mejores.

I    IGLESIA . La iglesia para mi es comunidad, celebración y despedida. Iglesia son las campanas, la Minerva, la misa castellana, bautizos y misas de difuntos, el coro en que siempre soy bien recibida aunque haya años que no aparezca, el campanario con cigüeñas diurnas y con lechuzas nocturnas. Y más lejos: el misal de mi abuela Aurora y el rosario en latín de mi abuela Dominica.

J    JUANJE. No es la persona en sí sino la persona como pretexto. Como excusa para reconocer la labor de las gentes que trabajan en lo que es de todos. Y más en los pueblos, que tienen que estar absolutamente en todo. En los hombres y mujeres que van más allá de la vida privada y se meten en la camisa de once varas del compromiso en lo colectivo. En estos momentos de descrédito de la política y de los políticos, en que las noticias nos llenan de indignación, se agradece la inyección de moral que nos dan las personas que siguen tirando del carro.
    
K   KILÓMETROS. Venir desde Barcelona al pueblo en mi infancia era tremendo. Recuerdo lejanamente el transbordo en Madrid, los trenes de carbonilla y el coche de línea hasta los topes. Autobuses piratas y legales. Luego tuvimos coche, así y todo venir de día era la gran kilometrada bajo el tórrido sol castellano. El ¿cuanto falta?, el ¿ya llegamos?, el … otras cosas y el calor nos obligaban a hacer no un alto en el camino sino varios. Parte buena: conocer pueblos y ciudades; visitar monasterios, castillos y bodegas.
Ahora las autovías, el aire acondicionado, la música y otros artilugios mitigan las horas. Cuando venimos, la puesta de un sol enorme e incandescente nos anuncia que ya estamos llegando.

L    LIBROS. Lo que yo he leído en Monleras… El libro es un amigo que nunca falla. Fue el que llenó muchas tardes de aquellos largos veranos sin tele en que el tiempo daba para mucho. Es el que me compañó años después, en la enfermedad de mi padre, en las largas horas del Clínico, cuando las salas de espera quedaban silenciosas.  
M    MADRES. Yo no sé si a los niños de ahora se les sigue preguntado “¿ de quién eres?”. Al llegar a Monleras, era la pregunta de rigor. Yo no atinaba a decir: de los Villarinos, de los Moscosos. Tímidamente respondía: de la señora Gaspara y del señor Nicolás,porque entonces los niños decíamos la señora tal y el señor cual a nuestros vecinos y a nuestros maestros (ya se estaba perdiendo el don y doña).  ¡Ah, de Gaspara!, era la respuesta; y aún lo es. Después fui la madre de Helena. Una señal de que en el pueblo te conocen, de que, digamos, tienes tu sitio es cuando ya no se te designa con el nombre de la familia o del mote sino cuando tú eres tú.  ¿O me equivoco?

N     NICOLÁS. Nicolás, mi padre. Para él, el pueblo era su casa y su huerto de Piedratinta, la casa de sus padres, aun en pie, historias de familia, la salida en busca de un futuro, su noviazgo y la boda con mi madre … y los amigos de juventud, a los que siempre quiso y con los que siempre se sentía feliz (Isidro, Tomás, Argimiro, Amable... también Polo, Manolo, perdonad si me dejo alguno). Con un grupito muy pequeño, empezaron estas fiestas de verano hace cuarenta años bien buenos. En una foto estamos disfrazados media docena: de tamborilero, de hippy, de cura y de abuelos de pueblo, que era lo más socorrido. Alguien conocía a un grupo que tocaba, creo que tocaron sólo una noche, y luego nos fuimos al Kung-Fú hasta las tantas. Después empezarían las vaquillas y todo lo demás… Hasta hoy.
Era un hombre serio y sólo aquí lo he visto cantar:  “Sombrero, ay mi sombrero, eres de gracia  un tesoro…”

Ñ.   ÑARROS. También llamados gambusinos. No sé qué son ni los llegué a ver, pero en una noche oscura, en los confines del pueblo, fuimos  a capturarlos un valiente grupo de cazadores. Ni era tan lejos (Valcabrero), ni era tan tarde (bueno era el tío Villarino, mi abuelo, para que llegásemos tarde), ni los cazadores éramos tal cosa (la mayoría estaban muertos de risa y los otros muertos de miedo). A los novatos y miedicas nos dejaron con un saco esperando una presa que no llegaba. Pero a la vuelta estábamos contentos de haber aguantado el tipo y haber pasado aquella inocente rito de iniciación al verano del pueblo.
 
O    OLORES.   Archivo de olores:  del café de Paca, del comercio, de las cuadras, del cereal, del jabón casero, de la lumbre y del puchero a la lumbre con patatas con pimentón, del tomillo, del paquete de chorizo que nos mandaban y de dos delicias que sólo comía en Monleras: los chochos y las moras. Pero entre todos los olores destaco uno: el de las deliciosas gorduras. Hoy se habla de texturas, de colores, de formas, de maridajes y contrastes al hablar de alimentos, yo rememoro aquel olor que me trasporta a las meriendas infantiles del verano en el pueblo. Lo estoy diciendo y las estoy oliendo.

P   PUEBLO. Casi todo el mundo tiene un pueblo en sus orígenes. Y hay quien lo tiene y no lo sabe. La idea que yo tengo de pueblo es una comunidad , no  sólo un lugar geográfico. También forman una especie de pueblo unos cuantos vecinos, las tiendas donde siempre compro, el trabajo, los grupos con que colaboro: los que, sin ser amigos-amigos, nos saludamos, nos preguntamos cómo nos va, nos echamos a faltar si no estamos  y nos hacemos algún favor.

Q      QUESO. El queso de antes era como la tierra: duro, compacto, intenso. De corteza correosa y corazón tierno; que se abría en láminas y escamas saladas y con un punto ácido i terroso. No era apto para todos los públicos. Ahora, puesto al día, sigue estando estupendo.

R      RECUERDOS. La etimología, el significado de la palabra, lo dice todo: devolver al corazón. En definitiva, recuperar lo que importa.

S        SONIDOS del pueblo. El de las campanas y sus toques: el ángelus, mediodía, a comer; la oración, a recogerse; a misa, a muerto, a fuego…  Las “voces” de los animales : los mugidos, los balidos, los cacareos, los rebuznos, los gruñidos, el zumbido, los ladridos, el piar, el croar, el canto de la cigarra y de los grillos. Y la música de las canciones : “Ya se murió el burro que acarreaba la vinagre, ya lo llevó Dios de este mundo miserable, que tururururú…” .

T   TIENDA.  Se jubilaron Braulio y Ramona . Cerraron Deme y Encarna. Hace años cerró Angelita. Los comercios más antiguos ( Rosario, Manolo) habían cerrado años atrás por jubilación. La tienda vuelve a estar abierta y  el pueblo tiene un servicio importante y otro lugar donde los vecinos del pueblo se encuentran. De entrada, en la tienda de un pueblo se dice “Buenos días”, luego se compra o se charla. Los establecimientos del pueblo (la panadería, la farmacia, el comercio, los bares, etc.) vienen a ser los lugares en que se pasa lista a los vecinos, como a los niños en la escuela: quien ha venido, quien falta, quien está enfermo… y si persiste la ausencia injustificada, por quién hay que empezar a preocuparse.

U   UNIVERSIDAD. La prestigiosa Universidad de Salamanca. No es de Monleras, pero, de algún modo, todo el mundo se siente orgulloso de ella. “El que quiera saber, que vaya a Salamanca. Lo que natura no da, Salamanca no lo presta”, dicen algunos dichos. Cuando íbamos a pasar el día a la ciudad no faltaba la visita a su fachada y el padrenuestro a la rana. Había quien lo rezaba hasta de rodillas.

V   VACAS.  ¡Que raro se me hace ver el Santo sin vacas arriba y abajo! Las vacas eran una de las presencias constantes e impactantes para los que no las “tratábamos” habitualmente.  De las vacas recuerdo algunos nombres (Jarda, Morucha…),el ordeño, las alfombras de boñigas (de moñicas) por las calles, ver parir a alguna, verlas tirar del trillo y del carro, y el miedo que me daban las huesudas mostrencas con sus larguísimos cuernos. Ir de ayudante a las vacas era una las cosas que demostraba que te habías hecho mayor. Aunque luego veías a niños mucho más pequeños llevando una tropa solos, aquellos siempre eran los de Monleras.
 
W     WIFI .  Que conecta a los pueblos con el mundo. Hay  pastores que van con el portátil, las vacas están programadas, los abuelos hablan con nietos que andan quién sabe dónde y los ven por la webcamp. Los pueblos han dejado hace mucho de estar aislados y desconectados. También, los de los pueblos ligan por internet o se apuntan a un reality.

X  Como en pasapalabra: contiene la x . TAXI. Además de la histórica furgoneta de José Ramón, muchos y variados podían ser los “taxis”o transportes que encontrabas en el pueblo: mulas y borricos, carros, camiones y camionetas, tractores y remolques. Los taxistas de los pueblos además del servicio suelen hacer un gran favor. En algunas ciudades del mundo tienen a san Jorge pintado en los coches de la guardia urbana; los taxistas de los pueblos, profesionales u ocasionales, podrían llevar la imagen del ángel custodio.
         
Y    Contiene la y, con sonido consonántico. El CAYADO, la cayada del pastor. Existe el rebaño pero el pastor va en coche o en moto. Los abuelos están cojos pero usan bastón, llevan muleta o modernos bastones de marcha. Algún cayado ves pero normalmente están gozando de la jubilación en un paragüero. Como las hoces, los yugos y las romanas: de instrumentos de trabajo a objetos de decoración.
   
Z   ZAPPING . Termino esta especie de zapping  de sensaciones, de recuerdos y de pensamientos esperando que alguna de las letras de este abecedario os haya interesado o traído algún recuerdo. Y termino con una tradición en los pregones: un viva lleno de entusiasmo y esperanza.

                                                           ¡Viva Monleras!


Agustina Rico,  12 de agosto de 2013